30 mayo, 2006

A la carga.

(Lezama)

¡A la carga!
Me dijeron tus pupilas
desde el pozo de tu alma.

Gusto en verte,
la ciudad estaba fría
y sin luz en las ventanas.

Estar siempre casi al filo de la noche
no le hace bien a nadie,
si lo sabré...
yo que estoy ciego, malherido
y arrastrándome como un mendigo.

Diecisiete
toneladas de diluvios
vas cargando desde lejos.

No se puede
ser sincero ante la boca
de un revólver tan ligero.

Es que el borde de las cosas tan perfectas
suele ser muy afilado,
si lo sabré...
me he cortado muy profundo
y aún tengo heridas en carne viva.

Dejemos de pensar
un poco en esta soledad,
olvidemos los cuentos
que sabemos
que terminan siempre mal.

¡A la carga!
Me dijeron tus pupilas
y yo siempre fui obediente.

No podría
recordarte de otro modo
en este silencio de muerte.

Estar siempre en el mostrador de ofertas
no presagia nada bueno,
si lo sabré...
yo que estoy siempre maquillándome
para volver desde el infierno.

Dejemos de pensar
un poco en esta soledad,
olvidemos los cuentos
que terminan siempre mal;
volvamos al camino
en la vereda de la luz,
me siento otra vez afortunado
y con el viento sur de aliado.

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  • 23 mayo, 2006

    Tempestad.

    Ciego de ver
    el viento en la proa
    ¿dónde más pudiste ir?
    Rastros de olvido
    en la memoria,
    pero aún no alcanzan para huir.

    Desesperado
    de tanto esperarte
    bajo un sol que miente, y mal;
    que te contaba
    y me contaba
    de tu hechizo de tempestad.

    Apenas pierdo
    mis penumbras por ahí
    y sigo inmóvil esperando
    que te dignes a venir.

    Te paso el olvido
    que te pertenece
    si es que podrías olvidar;
    viejos recuerdos
    de viejas promesas,
    viejas nostalgias sin cerrar.

    Te cuento que estuve
    buscando en la nada
    algún indicio de tu piel;
    algo que cure
    tanta hemorragia,
    algo que me permita ser.

    El que conozca
    la verdad de tu verdad;
    el que se olvide
    de olvidarte cuando ya no duelas más.

    Abismos y cielos
    se abren de golpe,
    y vos entregada a este frío silencio
    que muerde paredes en la tempestad.

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  • 22 mayo, 2006

    33.

    (Lezama)

    No me jugué las pupilas por nada
    ni perseguí ilusiones por mi miedo a correr,
    hice carbón de todos los almanaques
    pero la pesadilla no da el brazo a torcer.

    Necesitaba dos o tres decepciones,
    algo que me sacuda y deje un nombre tatuado,
    pero mi vida edificó mi coraza
    en la que puedo hundirme el día menos pensado.

    Y todo hoy es como ayer,
    y las arrugas de mi alma...
    ¡gritan 33!

    En la ciudad de las flores vencidas
    en donde la rutina siempre huele a fracaso,
    corriendo el tren de las causas perdidas
    que para en estaciones que no causan retrasos.

    No te miré, nunca miro de frente,
    yo no soy de jugarme mis pupilas por nada;
    descarrilé, ya te puse al corriente
    entrando en los suburbios de mi causa juzgada.

    Y mi doctor no sabe bien
    si tengo cura o estoy listo...
    ¡diga 33!

    Nada de nada de nada de nada
    vas a ver cuando las luces te apuñalan,
    nada de nada de nada de nada
    puede ser si no recreo mi mirada
    en un pedazo de tu piel...
    yo tengo un alma que no se animó a nacer.

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  • Hielo.

    (Lezama)

    Congelándome,
    detrás de esas nubes que dictan tu nombre,
    respirando el hielo
    que a veces se muestra y a veces se esconde;
    en el momento en que el agua se aferra a la piedra
    cansada de tanto cavar,
    es el instante prohibido, mi sueño escondido,
    el momento preciso para girar.

    Dos pasos adelante,
    sin casi tomar aire;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

    Dos minutos y el suelo,
    la intensidad del vuelo;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

    Despojándome
    de la pesadilla de tener sentido,
    enfrentando a la luz
    a primera sangre y con armas sin filo;
    Sin más penumbras que sombras
    de hombres vencidos y heridos de ceguedad,
    brazos de mármol que abrazan mi cuerpo aterido
    forzándome a caminar.

    Dos pasos adelante,
    sin casi tomar aire;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

    Dos minutos y el suelo,
    la intensidad del vuelo;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

    De pronto el hechizo está roto,
    es tibio el entorno y hay soles y cielos y mar,
    la soledad de la noche
    me envuelve y me esconde y te muestra y te vuelve a mostrar;
    pero yo sé que es mentira
    esta brisa encendida, este cielo de celofán,
    nada es tan simple ni claro
    ni estás de mi lado y empiezo de vuelta a empezar.

    Dos pasos adelante,
    sin casi tomar aire;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

    Dos minutos y el suelo,
    la intensidad del vuelo;
    saltando en el vacío,
    ¿Dónde estás? Me caigo...
    ¿Y dónde estás?

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  • La sonrisa.

    (Lezama)

    Era mi ama y mi esclava,
    mi primera dama,
    la princesa del lugar;
    se balanceaba a mi lado,
    dando el privilegio
    de una noche sin final.

    Y se dejaba y dejaba mirar,
    sólo por impresionar,
    con la sonrisa más dulce que viste jamás.

    Era el demonio hecho hada,
    la brisa en la cara,
    los finales sin piedad;
    la noche más tormentosa,
    mi espina de rosa,
    lo que no pudo pasar.

    Y en la sorpresa de esta soledad
    sueño en volver a soñar
    con la sonrisa más triste que pude mirar.

    Era el susurro del viento,
    mi único aliento,
    la infinita inmensidad;
    la eternidad hecha cielo,
    mi terrible miedo,
    mi silencio y mi disfraz.

    Para saber la verdad, de verdad
    voy a tener que encontrar
    aquella sonrisa tan dulce que me hace temblar.

    Era lo cruel hecho antojo,
    mi frío en los ojos
    ante tanta magnitud;
    la línea de mi horizonte,
    la cima del monte,
    mi extraviada juventud.

    Y hoy estoy ciego de tanto mirar
    al ojo del huracán
    con la sonrisa más ciega que viste jamás.

    Y se dejaba y dejaba mirar,
    sólo por impresionar,
    con la sonrisa más dulce que he visto jamás,
    con la sonrisa más dulce que he visto jamás,
    con la sonrisa más dulce que he visto jamás.

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  • En tu lugar.

    (Lezama)

    En tu lugar
    yo pensaría más en mí,
    la luna y dos copas de más
    suelen mentir.

    En tu lugar
    decretaría la absolución
    de todo aquel que hable de más
    del corazón.

    Y cuando el mundo sea
    la brillante película de acción
    que estabas esperando y nadie vio
    me echaría a dormir.

    En tu lugar
    elegiría ver el sol,
    el tiempo de la oscuridad
    se terminó.

    En tu lugar
    elegiría ver el sol,
    el tiempo de la oscuridad
    se terminó.

    En tu lugar
    no dudaría tanto, amor;
    en darle la espalda al fin
    a tu dolor.

    En tu lugar
    no perdería más el tren,
    el néctar de la soledad
    no sabe bien.

    Y cuando el mundo sea
    un espacio de simple confusión
    y vidas rotas incendiadas
    por tanta desazón.

    En tu lugar
    elegiría vivir al sol,
    el tiempo de la oscuridad
    se terminó.

    En tu lugar
    elegiría vivir al sol,
    el tiempo de la oscuridad
    se terminó.

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  • Viejas tardes.

    (Lezama)

    Viejas tardes que robamos al otoño
    cuando aún teníamos ganas de soñar,
    y el invierno no golpeaba en la ventana
    para hacerse notar.

    Te comento, estoy en la mesa de siempre
    pero ya no se ve como la de ayer,
    con aquellos corazones dibujados
    a navaja y a piel.

    Y así, hoy las lluvias nos dan cuenta de otro día,
    hoy las sombras nos sumergen todavía
    en la soledad.

    Y así, lo más largo del silencio es lo mentido;
    encomendando tus voces a un olvido
    que no va a olvidar.

    Cuando el mundo no se incendiaba en los diarios,
    o vivíamos en mundos de cristal,
    y mis besos no trazaban en tus labios
    un sendero letal.

    Cuando el máximo terror eran los lunes,
    y el domingo era una fiesta nacional;
    y vivíamos subidos en la nube
    de creernos vital.

    Y así, el invierno se nos hace más eterno
    cuando cada corazón se llama a invierno
    y no late más.

    Y así, las heridas se nos cuentan por millares,
    cuando cada corazón guarda lugares
    que no va a ver más.

    Y así, cada día cae en la intrascendencia,
    cada sombra, cada luz y cada ausencia
    me recuerda a vos.

    Y así, todo tiempo que pasó es idolatrado
    y vivimos siendo presa del pasado
    por lo menos hoy.

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  • Tarot

    (Lezama)

    En tu desilusión
    no había más lugar para promesas rotas,
    detrás de la pared
    guardabas el vestuario de viejas derrotas;
    "necesito volar",
    decías mientras mirabas tu alma en descenso,
    recién amaneció
    y la ciudad blasfema su lluvia de miedo.

    ¿Y cómo vas a estar así
    cayendo hasta quedar
    al fin... sin ver?

    En tu resurrección
    no existe algo tan triste como lo perdido,
    no hables más por mí,
    apenas soy un cuerpo que sigue escondido;
    a un paso de perder
    las palabras que saben que no saben nada,
    no arriesgues tu ilusión
    jugando tus monedas al cuatro de espadas.

    ¿Y cómo vas a estar así
    cayendo hasta quedar
    al fin...?

    En el corazón de tu soledad,
    donde pasa el tiempo y no vuelve más;
    donde cada ángel juega al ladrón
    en la soledad de tu corazón.

    En el corazón de tu eternidad,
    donde cada historia termina mal
    y se cae el velo de tu dolor
    como cartas de tarot.

    En la eterna luz de la inmensidad,
    donde todos yacen y nadie está;
    donde cada pena cuenta por dos
    en la soledad de tu corazón.

    En el triste juego de la verdad,
    donde todos mienten, donde el rencor
    es la herida abierta de par en par
    que ni el mismo Cristo puede cerrar.

    En el corazón de tu soledad,
    donde pasa el tiempo y no vuelve más;
    donde cada ángel juega al ladrón
    en la soledad de tu corazón.

    En el corazón de tu eternidad,
    donde cada historia termina mal
    y se cae el velo de tu dolor
    como cartas de tarot.

  • Bajar Tarot
  • Altísimo agradecimiento.

    Quiero agradecer desde este blog, a cierta persona que lo único que hace últimamente es darme con un ñoca, pero ahora se le ocurrió por darme publicidad.

    Hace rato que no vengo actualizando el blog porque me he topado con el impedimento de que es bastante complicado tratar de compartir los temas, ya que RapidShare es limitado (tiene 30 días y el archivo se borra) y el eMule no es tan sencillo. Pero bueno, como ahora voy a recibir varias visitas, gran parte del FMFA y dos o tres visitantes por intermedio de esta persona, vamos a tratar de actualizarlo más habitualmente, total al fin y al cabo no importa el medio por el cual se llega a la música, la música en sí es lo que cuenta.

    Noté cierto desprecio en la expresión "un cantante de boleros", género que no he tocado nunca, más allá de "Bésame mucho", "Perfidia" y los clásicos que siempre aprendemos cuando empezamos a tocar. Soy cantante de pop y de rock, estimado Maraca. Es más, creo que me defino más como guitarrista y compositor que como cantante en sí, conozco mis limitaciones. Pero muy lejos de avergonzarme de ello, me enorgullezco de hacerlo, me enorgullezco de este blog y no tengo ningún tipo de problemas en que la gente conozca mi música y conozca mi cara, cosa que otros parece que sí. ¿Será porque son muy feos?

    A los amigos, abrazos, Martín.